sábado, 20 de marzo de 2010

¿Dónde estará la Guillermina?

Cuando mi hermana la invitó

y yo salí a abrirle la puerta,

entró el sol, entraron estrellas,

entraron dos trenzas de trigo

y dos ojos interminables.



Yo tenía catorce años

y era orgullosamente oscuro,

delgado, ceñido y fruncido,

funeral y ceremonioso:

yo vivía con las arañas

humedecido por el bosque

me conocían los coleópteros

y las abejas tricolores,

yo dormía con las perdices.



Entonces entró la Guillermina

con dos relámpagos azules

que me atravesaron el pelo

y me clavaron como espadas

contra los muros del invierno.



Esto sucedió en Temuco.

Allá en el Sur, en la frontera.



Han pasado lentos los años

pisando como paquidermos,

ladrando como zorros locos,

han pasado impuros los años

crecientes, raídos, mortuorios,

y yo anduve de nube en nube,

de tierra en tierra, de ojo en ojo,

mientras la lluvia en la frontera

caía, con el mismo traje.



Mi corazón ha caminado

con intransf eribles zapatos,

y he digerido las espinas:

no tuve tregua donde estuve:

donde yo pegué me pegaron,

donde me mataron caí

y resucité con frescura

y luego y luego y luego y luego,

es tan largo contar las cosas.



No tengo nada que añadir.



Vine a vivir a este mundo.



Dónde estará la Guillermina?


PABLO NERUDA

jueves, 18 de marzo de 2010

PLUSVALIA

Entonces voy sumando y restando entre lo que me falta y me sobra, no debería sobrar…pero sobran trescientas veintidós colillas de cigarro en el cenicero roto, sobran cuatro conchos de whisky en tres vasos y dos tazas sin orejas, sobran tres tangos de resentimientos, doscientas fotos donde te sonrío, dos ficus, una buganvilia y un cactus de cuatro años con tres hijos que no han sido trasplantados y me está sobrando también el insomnio, también la anorexia, también el dolor de espalda. Sobra tu suéter azul, tres oraciones esperando en el buró, nueve cartas suicidas que escribí el último año, sobran las preguntas, la cursilería…sobra el lugar común del corazón roto, del “no te puedo olvidar”, sobran dos cebollas podridas en el refri, un poema de Rilke pegado en la pared del baño, una agenda con personas desaparecidas, sobra rabia, angustia, sobran amantes, antidepresivos, sobra nihilismo, sobra sexo, lenguas, piernas desnudas, sobran sillas vacías junto a mí en el cine, sobra espacio en la cabeza, espacio en la cama, espacio en la mesa, espacio en la tina, espacio en el tiempo…sobra espacio en la memoria del teléfono, limones en el limonero, vestidos de domingo, sonrisas de bienvenida, sobran recuerdos, sobran recuerdos…y hasta sobra la vida…sobra el espacio para la ternura. Hay tantas cosas que sobran, que entre suma y resta…no ha de faltar nada…

RAINER MARIA RILKE

EL SILENCIO

¿Escuchas, amada? Yo alzo las manos,

¿escuchas? Murmuran...

¿Cuál gesto de la soledad

no se encontraría escuchado por muchas cosas?

¿Escuchas, amada? Yo cierro los párpados

y también eso es ruido hacia ti.

¿Escuchas, amada? Yo los abro de nuevo...

...pero ¿porqué no estás aquí?

La huella de mi más pequeño movimiento

permanece visible en el silencio sedoso;

indestructible se imprime la más mínima excitación

en la tensa cortina de la lejanía.

Las estrellas suben y bajan

con mi respiración.

A mis labios vienen a abrevar los aromas

y yo reconozco las muñecas

del ángel alejado.

Sólo a él lo pienso: a ti,

no te veo.

martes, 16 de marzo de 2010

fragmento "Angeles"

quizá es más loco tomar el teléfono, que solo instalé para llamar a todas las personas cuya existencia recuerdo…pregunto: “hola, como estas? Soy Ángeles…de la secundaria, no, no la judía…Ángeles…”en fin, a veces no se acuerdan, pero yo hago como que no me importa, y me rio levemente como asintiendo, como aliviando el olvido e invento alguna muerte que justifique mi llamada, para no sentir vergüenza, para no ponerme en evidencia…ni modo que dijera “hola, soy Ángeles…de la secundaria, ah…no te acuerdas….no, no me importa en realidad te llamaba para saber si no te has casado porque me siento sola y miserable y quería ver si es posible salir contigo a tomar vino blanco y después coger…perdón…como te llamabas? No…no…eso sería realmente patético ¡inventar la muerte del padre de algún compañero de la secundaria permite disfrazar en solidaridad el acto desesperado de tomar el teléfono y…(pausa. Se pone de pie y da un paseo por la habitación, con suavidad) en esta pared estaba tu manta roja de la india… ¡siempre me pareció horrenda, que bueno que te la llevaste¡ (observa otro espacio) ¡y el cactus con pelos blancos al que yo le decía viejito¡ (se gira)…allí la mesita con la lámpara verde, allá la alfombra, allá el sillón marrón, allá tus mocasines tirados en el piso, allí el polvo de una semana acumulado en el rincón, allí mi falda azul con lunares blancos, (apunta a un rincón) y allí allí yo diciendo ay ay ay ay ay ay ay ay¡¡¡¡agarrandome la cabeza así, apoyándome en las rodillas con los codos flectados, ay ay ay ay.¡ allí yo sorbiéndome los mocos por llorar…ahí yo. (Pausa) Quise una vez apoyar mi cabeza sobre un pecho, quise que mi cabeza reposara con todo su peso sobre un pecho de hombre, quise que mi cabeza se moviera con la respiración de ese hombre…de un hombre, quise entrelazar las piernas con las piernas de un hombre, una vez quise dormir abrazada de un hombre, una vez quise…yo supe, necesite, quise…supe perfectamente como meter hombres en mi cabeza, meter torsos, palabras, supe como ocupar mi pensamiento con uno y otro…yo los quise a todos, los quise a todos a todos, con todos me casé, con todos arme una vida entera, todos vivían en mi mente tranquilos y amorosos…de cinco a siete…y todos me dieron la vida, en mi cabeza, todos, todos eran tan buenos.