lunes, 9 de septiembre de 2013

Fantaseos y fantasmas


Preguntabas por qué me iba…


Que por donde había estado.

Yo quería decirte que andaba en la comodidad de todas las cosas

En el olor a pan de la infancia,

En los rodeos de toros y caballos,

O buscando los restos de un naufragio



Allí donde hallé la pechera que protegió al capitán de la vara oscura

Me encontré con cuchillos dispuestos a atravesar su sombra de fantasma marino,

Allí donde hallé el tesoro de cuatro perlas fisuradas

Que colgaron del cuello de la princesa,

Hallé también mi propia asfixia

el destrone de mi sonrisa.



y habiéndome perdido tanto tiempo

en la aventura de la carcajada,

en la ilusión del abrazo,

Donde no volví a verme entera y certera,

Sino hermosa y constituida

Redonda, finita, terminada

Tan ritualmente esculpida,

No pude oir cuando caia sobre mis brazos

La ira incontenida de las endebles vigas

Que lograron mutilar con precisión

Los brazos que se proyectaban a la superficie.

-no se deja de ser hondo-

No se deja fácilmente lo profundo,

Se vuelve a ahogar la cabeza bajo las olas

Tan lejos de la costa que asegura el salvamento.

No se puede mas ser sirena

Sin ser antes y después mutilada por el deseo,

Sin ser agredida por los borrachos de la taberna,

Sin ser meada de vino y de calumnias.



Saco la cabeza del mar medio segundo

Puedo ver la costa y su verdor

Pero una bala vieja que me ha comido la carne de la ternura

Me empuja de una vez por todas

Hasta el fondo profundo

Del mar en donde habito.

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