miércoles, 10 de noviembre de 2010

Y NOS ANTECEDEN LAS PROMESAS

I



Dentro del tiempo vino otro tiempo

y debimos abandonarlo todo

y nos encerraron a los dos juntos

en la misma celda

condenados por ilusos.



Y en otro tiempo diferente

quisiste levantar mi letra

levantar mi hoja

para que pudiese lanzarme de una vez definitiva

hacia el fondo de todas las cosas.

Y pusiste manzanas en mi bolso

para que pudiese entrar en el invierno

y apostaste todas mis sonrisas

en la última carrera del hipódromo

Ganamos –dijiste–

Y entonces me regalaste el nombre

de tu caballo favorito

para que pudiese correr veloz

hasta donde nadie nos alcance.

Yo te dejo a cambio

mi manera de ser niña,

mi manera de ser torpe,

mi manera de tomar el lápiz

y molestar a los que ríen

a los que crecen.

Te dejo esta enorme lista

de quejas en los hoteles.

Te dejo lo que no duele

lo que sonríe

y una nube con forma de sol

que descubrí la primavera pasada.

Mi tinta roja

y mi tinta negra te dejo

para que escribas en nuestras paredes

todas las palabras que no pueden salir de mi boca.



II



Te regalo mi manera de leer

mi manera de escuchar la música,

te condeno a mis pobres conjeturas

y mis quejas contra los meses,

los salarios,

los ciclos,

las cosechas,

la cartelera del cine

y también cuelgo tu nombre

junto al recuerdo de mi padre

para cuidarte de este otoño

que tras las rejas nos sonríe.



III



Así podremos irnos de una vez por todas

a ese otro tiempo de cenizas

se semillas en los bolsillos

se uñas sucias,

donde nos anteceden las promesas

donde podemos subir todas las montañas

y saber el nombre de todos los países

y entrar en las ciudades,

reinaugurar las ciudades,

el invierno de las ciudades

que nos condenan a esta muerte.

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