I
Dentro del tiempo vino otro tiempo
y debimos abandonarlo todo
y nos encerraron a los dos juntos
en la misma celda
condenados por ilusos.
Y en otro tiempo diferente
quisiste levantar mi letra
levantar mi hoja
para que pudiese lanzarme de una vez definitiva
hacia el fondo de todas las cosas.
Y pusiste manzanas en mi bolso
para que pudiese entrar en el invierno
y apostaste todas mis sonrisas
en la última carrera del hipódromo
Ganamos –dijiste–
Y entonces me regalaste el nombre
de tu caballo favorito
para que pudiese correr veloz
hasta donde nadie nos alcance.
Yo te dejo a cambio
mi manera de ser niña,
mi manera de ser torpe,
mi manera de tomar el lápiz
y molestar a los que ríen
a los que crecen.
Te dejo esta enorme lista
de quejas en los hoteles.
Te dejo lo que no duele
lo que sonríe
y una nube con forma de sol
que descubrí la primavera pasada.
Mi tinta roja
y mi tinta negra te dejo
para que escribas en nuestras paredes
todas las palabras que no pueden salir de mi boca.
II
Te regalo mi manera de leer
mi manera de escuchar la música,
te condeno a mis pobres conjeturas
y mis quejas contra los meses,
los salarios,
los ciclos,
las cosechas,
la cartelera del cine
y también cuelgo tu nombre
junto al recuerdo de mi padre
para cuidarte de este otoño
que tras las rejas nos sonríe.
III
Así podremos irnos de una vez por todas
a ese otro tiempo de cenizas
se semillas en los bolsillos
se uñas sucias,
donde nos anteceden las promesas
donde podemos subir todas las montañas
y saber el nombre de todos los países
y entrar en las ciudades,
reinaugurar las ciudades,
el invierno de las ciudades
que nos condenan a esta muerte.
Clap, clap, clap.
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